Presentación para un libro que habla de los sentimientos del Corazón de Jesús

EN TORNO A LA IMPORTANCIA DE LOS SENTIMIENTOS…

Tener un corazón que ama, que sonríe a la vida, que se abre a la relación y que enciende en el camino la sorpresa permanente del encuentro, es tener un corazón con sentimientos. Tener un corazón que escucha, que acaricia, que regala ternura en la palabra, que desvela la identidad original del otro y que lo eleva por encima de su precaria situación de indignidad o de pobreza, es tener un corazón con sentimientos. Tener un corazón que sale de sí mismo para encontrarse con la verdad, la belleza y la bondad de otros y regalarles en cada gesto la mansedumbre eterna del Viviente, es tener un corazón con sentimientos. Sentir es envolver en tu propia belleza original a otras personas para entregarles lo mejor de ti mismo y, a la vez, acoger lo mejor de sí mismo de la otra persona. Decía Pedro Salinas en un bellísimo poema: Es que quiero sacar de ti tu mejor tú. Ese que no te viste y que yo veo, nadador por tu fondo, preciosísimo. Y cogerlo y tenerlo yo en alto como tiene el árbol la luz última que le ha encontrado al sol. Tener un corazón con sentimientos es algo parecido a lo que esta palabra del poeta expresa con la belleza y la hondura de quien ha descubierto que el otro es un sacramento viviente del amor eterno de Dios, que nos ha hecho a imagen y semejanza suya.

Jesús de Nazaret es el poeta de los sentimientos más bellos de lo humano, a la vez que el evangelio vivo de los sentimientos más puros del ser humano, revelación profunda y océano sin ocaso de los sentimientos más bellos de Dios con respecto a nosotros. La Hermana Olga Santamaría del Redentor, en este libro, nos invita a adentrarnos en el Corazón de Jesucristo. Un Corazón, el de Jesús, que suele presentarse envuelto en una llama de amor viva para expresar la grandeza de un amor que abrasa por dentro, dejando nuestra vida prendida para siempre en esa llama que redime, libera y salva. En los distintos capítulos del libro nos va desvelando los secretos de un corazón que arde en amor por todos y cada uno de los hijos de Dios, entregando su vida en la Cruz para que todos tengan vida y vida abundante. Ella, carmelita descalza, avezada en la contemplación de este Corazón, ha llegado a conocer su inmenso amor y los secretos del mismo, dándonos en cada una de sus palabras testimonio de lo que ha visto y oído. Ella, escuchando la voz de este corazón que tanto ha amado a los hombres, dejó a los 18 años su casa paterna para entregarse a Él, y jamás se ha arrepentido de seguirlo de cerca y de acercar a todos los que se han cruzado en su camino los sentimientos más bellos del Corazón de Cristo. Enamorada del amor, como la Santa de Ávila, ha comprendido que en el Corazón humano de Jesús se encierra todo el inmenso amor de Dios por su criatura.

Si nos asomamos, además, a las páginas del Evangelio, sobre todo al de Marcos, que es el más cercano a las fuentes, nos encontramos con un Jesús que se conmueve ante la situación de debilidad, fragilidad y pecado de los seres humanos. Y llena de luz nuestra vida el contemplar con qué cariño escucha y acoge Jesús a la samaritana; con qué delicadeza se deja tocar el manto para curar a la mujer que padece flujo de sangre, con qué dulzura llama a los que Él quiso para que estuvieran en su compañía; cómo desanda el camino para llegar a curar al hijo del Centurión, conmoviéndonos cuando alaba su fe; con qué espontánea alegría llama a Zaqueo,  con qué paciencia escucha lo que le dice cuando se defiende de los errores que ha cometido en la vida; con qué mansedumbre cura al ciego de Jericó; con qué entereza, llena de benevolencia, defiende a la adúltera. Si nos asomamos a las páginas del Evangelio, en cada una de ellas, podemos encontrar los sentimientos más altos, más positivos y más constitutivos de lo esencialmente humano en el Corazón de Cristo. De Él podemos aprender a ser realmente humanos y a recrear la nueva humanidad desde la fuente viva del amor de Dios, que es Jesús, el apóstol de los sentimientos del Padre, entraña misma de su misma esencia amorosa y amante.

Hoy, cuando el Papa Francisco nos alerta a toda la humanidad de la “globalización de la indiferencia” la hermana Olga nos ofrece una clave para vencerla, que no es otra que la de acercarnos al Corazón de Jesús para aprender de Él todos los gestos de amor que Dios Padre, en su infinita ternura, tiene para cada uno de sus hijos. Jesús toca, ilumina, sana, purifica y libera todos los sentimientos que destruyen lo más bello de lo humano y nos mete en su Corazón, abrasado de amor, para hacer con Él el camino de la verdadera humanidad, el camino de ese mundo global en el que lo que se universalice sea el verdadero amor, aquel que Él pide para todos nosotros tantas veces en el Evangelio de Juan: Amaos los unos a los otros como yo os he amado, en eso conocerán todos que sois mis discípulos (Jn 13,34) y por lo que entregó la vida.  Un ser humano, poseyendo los mismos sentimientos de Cristo, es lo más parecido al corazón de Dios caminando entre nuestras sombras y entre las tinieblas de nuestras noches. Basta mirarle a los ojos para comprender que Dios existe y que su nombre es ¡Abba! Basta mirarle a los ojos para comprender que no es verdad lo que dijo el escritor: el hombre es un lobo para el hombre. Un ser humano con los sentimientos de Cristo es el rocío que, como agua cristalina y clara, nos permea para vivir sumergidos en la bondad eterna del eterno existente.

Ojala que este libro, querido lector, que tienes entre tus manos, te desvele los sentimientos más íntimos del Cristo de la pascua, que se entrega por todos nosotros para que experimentemos que nuestra existencia solamente tiene sentido desde el amor y desde la construcción de una humanidad en la que el amor de los unos para con los otros nos dé a todos razones para vivir y para esperar, para caminar y para entregarnos a los demás, para perdonar y para vivir alabando, bendiciendo y dando gracias a Dios por todo. Deja prendido en el Corazón de Cristo tu yo original, ese que nació de la benevolencia eterna de Dios, de su ternura infinita, y camina al lado de otros seres humanos revelando lo más entrañable de ti mismo. Que todos lleguen a conocer que has aprendido que un corazón con sentimientos es un corazón que ha encontrado a Dios en Jesús, y que no vive más que de esa experiencia profunda de haber sido amado y de poder amar y perdonar de la misma manera.

Y acércate siempre al Corazón de Jesús con el amor de María Magdalena, buscándole y postrándote ante Él, porque como dice el título de este libro, “en Él encontraremos nuestro descanso”.

 

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