Emociones contenidas

Salí de Roma sin llorar. Bien. Dejando a cada paso del camino al aeropuerto un aire cargado de afecto, de agradecimiento, de plegarias, de nostalgias y también de alabanza a Dios. Han sido muchos años vividos en esta ciudad y muchas experiencias. He tenido mucha vida, he recorrido caminos de esperanza, también he tenido momentos de cruz pero, sobre todo, he tenido la experiencia de que Dios es fiel y nunca falla.

Cuando subí al avión me derrumbe. Me sentí vulnerable, pobre, frágil y pequeña. Mis lágrimas corrían en silencio por mis mejillas. Eran el río de las emociones contenidas.

Ya pasó todo. No me importa llorar y que me vean. Indica que tengo sentimientos, que la vida no pasa por mi en vano, que vivo intensamente el tiempo y los acontecimientos, que todo en mí deja huella, que soy agradecida a la vida y, sobre todo, a Dios. Mis lágrimas  contenían todo el misterio y la carga de una plegaria llena de agradecimiento al Señor por tantas gracias que me ha dado durante estos años. Mi madre me enseñó a ser agradecida.

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