Querido Padre Zegrí, cómo me edifica tu amor a la Iglesia y ese martirio del corazón que viviste en el corazón de la misma. Hoy, en mi oración de la mañana, tuve la experiencia profunda de que la Iglesia te devolvió, el día de tu Beatificación, esa dignidad de tu persona por la que tanto luchaste y tu verdad más esencial. Fuiste Beatificado justo el día en el que se celebra la Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán, sede del Papado, madre de todas las Iglesias y vínculo de comunión de todas ellas. Elevarte a los altares en este día, por esa Iglesia que tanto amaste y por la que diste la vida, no es un acontecimiento sin más. La Iglesia te dio la razón en el día en que se celebra su dedicación.
Agradezco a Dios el tenerte como Fundador y como guía espiritual, como mártir de la caridad y como hombre y fundador de una sola talla. Tu santidad es para mí un camino a recorrer y deseo que esta santidad salpique a toda la Congregación de las hermanas mercedarias de la caridad.
El haber participado en la ceremonia de tu Beatificación como responsable última de esta Congregación ha sido una de las grandes gracias recibidas en mi vida, que nunca olvidaré. Fue uno de los días en los que toqué con mano tu corazón de hombre ejemplar, de cristiano apóstol y testigo y de Fundador mártir de la caridad. Gracias, Beato P. Zegrí…