Cuánta delicadeza…Cuánto agradecimiento… Cuánto amor en estas flores. Andaba yo preparando mi nueva estancia en mi nuevo hogar y una hermana me toca la puerta y me dice: María Josefa, alguien te manda este ramo de flores. No pone ningún nombre, así que no le podrás agradecer a la persona que te las envía.
Pero mi corazón supo enseguida quién era la persona y de dónde provenían las flores. Mientras viva no olvidaré este gesto entrañable, lleno de amor y centrado sólo en mi persona. No quiero ser egoísta ni me gusta, pero ciertamente la persona que me envíó las flores supo el momento que yo estaba viviendo y me envió con ellas toda la carga de afecto, de cariño, de solidaridad, de cercanía, de empatía que yo necesitaba.
Esta persona, centrada en Dios, porque vive muy centrada en Dios y en su amor, en su fidelidad amante y en los valores esenciales de la vida, sabe ponerse en el lugar de los demás. Sabe dar y darse, sabe que todo el tiempo se puede encerrar en una plegaria de agradecimiento y en un gesto de acción de gracias. Sabe que dar y darse es el camino de los que buscan a Dios y se dejan encontrar por El. Sabe que dar y darse la coloca en el lugar de los místicos y de los que cambian el mundo con pequeños gestos de ternura.
Gracias, gracias de corazón por el gesto y por las flores. Gracias, sobre todo, por las plegarias. Mientras viva, digo, no olvidaré el gesto y esta persona sabe que siempre estará en mi corazón y en mis encuentros con el Señor, rezando por ella y por sus necesidades . GRACIAS, SIMPLEMENTE, GRACIAS… Creo que este gesto y otros muchos cargados de plegarias y de la ternura de Dios, convertirán a esta persona en un faro luminoso de muchas vidas. GRACIAS…
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